Relaciones de Sangre

«La sangre es más densa que el agua» es un proverbio cuyo origen data de una épica alemana de la Edad Media. Son cientos de años que han conllevado distintos cambios en las sociedades de todo el mundo pero el dicho persiste aún en el siglo XXI.

Hace varios meses vi un vídeo en el que explicaban como es que la revolución industrial ayudó a la emancipación de la mujer.

Veréis en tiempos anteriores a Gran Bretaña del siglo XIX, los matrimonios se celebraban por conveniencia económica y social para las familias. Esto no resulta sorprendente, pues en aquellos tiempos uno dependía enteramente no solo de su familia pero de su tribu (si nos remontamos al tiempo de las invasiones anglo-sajonas de la gran isla).

La revolución industrial cambió totalmente las reglas de juego. Las mujeres, que en un principio no podían trabajar y por lo tanto eran dependientes económicamente de sus padres o esposos; ahora podían tener un empleo.

Ello creó una generación de personas urbanas (no solo mujeres) que podían subsistir sin la ayuda familiar o sin necesidad de vivir con la familia entera.

Hoy en el siglo XXI, creo que a pesar de que los lazos familiares siguen siendo de vital importancia en nuestra sociedad, poco a poco pierden el valor que en antaño tuvieron.

Los lazos sanguíneos no solo se refieren a la pertenencia a una determinada familia, sino a una determinada nación y con ello a un estado.

La ciudadanía de las personas alrededor del mundo se basa principalmente en la relación sanguínea del hijo con sus progenitores.

Esto me resulta un tanto curioso, pues no es el idioma ni el conocimiento cultural de los usos y costumbres de un país lo que determina la pertenencia estatal, sino la sangre.

Esto sucede con muchos nietos de europeos que viven en américa latina. Hay una buena cantidad de ellos que no tienen idea del idioma ni de las costumbres del país de procedencia de sus abuelos, pero por una cuestión de lotería genética tienen el beneficio de una segunda nacionalidad.

Esto es el caso distinto de un hijo de mejicanos que haya vivido la mayor parte de su vida en Estados Unidos y que no hable ni una palabra de castellano. Sin embargo, es considerado «mejicano» por tener rasgos distintos, a pesar de hablar fluido el inglés con el acento del lugar donde vive y además de tener los usos y costumbres de un estadounidense.

La ciudadanía debería darse no solo por cuestiones de sangre sino por cuestiones culturales. Al final lo que verdaderamente nos une es el idioma y las similitudes de nuestras costumbres. El peso de la sangre es relativo.

Esto sucede para mi cuando se trata (volviendo al primer tema) de relaciones inter-familiares. Hay padres y madres por igual, que tienen hijos y luego los abandonan a su suerte con la pareja con la que los tuvieron. Los hijos que crecen sin su padre o madre biológico, a sabiendas, de haber sido abandonados, normalmente no sienten la necesidad de contactarse con sus progenitores de sangre.

Este es el caso de mi media-hermana, cuyo padre biológico simplemente desapareció. Una vez le pregunté a ella si quisiera conocerlo, y ella me dijo que la verdad le daba igual, pues si este hombre jamás había estado en su vida, ¿por qué ella se daría el mínimo esfuerzo de buscarlo?

Quizá ese no es el caso de todas las personas abandonadas por sus padres (que en Perú al parecer son muchos casos), pero creo que es razonable deducir que los lazos sanguíneos no son tan importantes.

Lo que es más importante es la asiduidad del contacto inter-personal del hijo o hija con sus padres, independientemente de que sean los biológicos o no. En otras palabras quien tiene voz y voto como padre o madre no es aquel que fecunda o da a luz, sino aquel/la que se preocupa de la educación y alimentación de sus hijos. Los demás son igual de útiles que un vientre para fertilizar o el semental de un establo, y carecen de valor alguno. En otras palabras son inservibles y no merecen ni amor ni respeto.

Ahora en un plano más personal, la razón por la cual amo a mis padres y a mi hermana, tiene mucho más que ver con el trato diario y el amor, afecto y preocupación que ellos me proveen que cualquier lazo sanguíneo. No es que yo ame menos a mi hermana porque solo tiene la mitad de mi sangre. De hecho solo para fines didácticos la he llamado «media-hermana», pues en mi día a día jamás la llamo así.

Mi posición respecto a mi pertenencia nacional y familiar se debe puramente a cuestiones afectivas y culturales, no sanguíneas. Es así como yo percibo el mundo.

Por Radwulf

28/06/2018

Autor: Radwulf93

My name is Raúl Valero and I was born just next to the great Titicaca lake in the peruvian side of the border. Since I was fifteen years old I have shown interest for movies and in my early twenties for languages in general. I'm deeply in love with cinema and european languages alike. "Kinolingua" stands for "Kino", that is "cinema" or "movement"; and "lingua", for "tongue" and "language". I was thinking about writing a long biography, but I guess it would be just an egocentric literary jerk-off. If you have any questions about me, feel free to write me an e-mail to "rauval1@gmail.com" . I hope you enjoy my blog. Sincerely, R.

Un comentario en “Relaciones de Sangre”

  1. Completamente de acuerdo hijo. ¿Cómo puedes sentir un mínimo de afecto por alguien que no estuvo presente en tu vida?, considero que padre o madre es aquel que está con el hijo en el día a día de la vida, en las buenas y las malas, tratando de ser cada día mejor persona. Sé que un hijo es una bendición y alegría; y aquel o aquella que no lo valore no merece nada del(la) hijo(a) biológico(a), es un derecho que uno debe ganárselo.

Comentarios cerrados.