Querida hermana mía:
No sabes la alegría que me da que hayas alcanzado tus metas inmediatas (pues todavía hay más 😉 ). Ahora te encuentras en un lugar que es leyenda. Donde ahora vives alguna vez fue tradición lanzar a nobles por las ventanas y mutilar a los relojistas que hacían obras muy importantes. Las calles por donde caminas fueron testigas de la revolución de terciopelo. Quizá algunas paredes todavía sollozen en calmo silencio las heridas de bala del ejército soviético.
Tu ciudad grita historia.
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