Yo nunca fui un racista convencional, pues nunca tuve animadversión por los judíos, negros o árabes; que suelen estar en la mira de los movimientos racistas tradicionales. A pesar de eso, siempre hubo un grupo en especial que me causaba desagrado y, hasta algunas veces, repudio. Mi desprecio subrepticio siempre fue dirigido a los peruanos criollos, es decir, a aquellos blanquitos de ascendencia española o de cualquier ascendencia europea, que aún sobrevivían como una plaga desde tiempos del virreinato. Me daban asco, pues al igual que Hitler culpó a los judíos de joder a Alemania, yo los culpaba a ellos de haber jodido al Perú, y haber sumido al resto de la población en la pobreza.
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