23.09.2021
En la primera entrada de «La Noche de las Valkirias» hable de una de las dos estrellas que guian mi proceso de escritura. La primera -que fue breve- y concisamente explicada- es aquella del «realismo».
Hoy hablaré de mi segunda estrella, pues me he dado cuenta que no la mencioné. Esta es aquella de la «utopía» o -en otras palabras- la de la «ficción pura».
Hay una escena interesante de la película «Wer, wenn nicht wir?» (Si no nosotros, ¿quién?) del 2011 , donde Bernhard Vesper (activista de izquierda cuyo padre fue un nazi) y Gudrun Ensslin (futura fundadora de la organización terrorista de extrema izquierda RAF) tienen una conversación respecto a sus autores literarios favoritos. Mientras que Ensslin muestra admiración y respeto por Hemingway, por ser un autor que participó y experimentó de primera mano la guerra civil española; Vesper lo califica despectivamente de «turista». Además añade que no es necesario sostener un fusil y sentir el calor de la guerra para poder escribir al respecto. Vesper -en un duro contraste con Ensslin- admira a Hans Henny Jahn y John Steinbeck por su imaginación y sensibilidad para escribir acerca de eventos que nunca vivieron en persona.
Creo que el dialogo de estos dos personajes es el mejor resúmen de mis dos estrellas respecto a mi metodología de escritura. Si por un lado, reconozco la importancia del realismo, creo al mismo tiempo que la imaginación también juega un rol importante en el teatro de la letra escrita.
Por ejemplo, si tuviera que escribir acerca de las experiencias de una joven mujer siendo secuestrada por un platillo volador, tendría que depender en mayor medida de mis conjeturas con una tenue base en el mundo real. En otras palabras, mi imaginación tendría que tomar las riendas del asunto, pues la tarea de obtener información fidedigna acerca de encuentros del tercer tipo es obviamente imposible.
Tendría que hacerme varias preguntas acerca del aspecto, la misión y la cultura de estos alienígenas. Para responder a esta tanda de cuestiones, yo mismo tendría que crear las respuestas. Por ejemplo, si estos alienígenas no tienen un casco espacial es porque probablemente respiran oxígeno al igual que nosotros. Si respiran oxígeno, puede ser que estos sean organismos cuya estructura molecular está basada en el carbón, también como la de nosotros. ¿Tienen alguna religión? ¿Cómo sería la religión de estos alienígenas? ¿Son politeístas o monoteístas?
Aunque tenga que hacer uso del mundo real, puedo reinterpretarlo como funcione mejor para mi historia. Además no tengo que ser fiel al realismo, pues al ser estos aliens seres fantásticos, puedo darme el lujo de inventar distintas reglas en su mundo que no existirían en el nuestro. Si quiero hacer un uso más instintivo de mi creatividad, podría escribir espontáneamente para verter mi subconsciente sin ninguna objeción de mi consciente o de mi mente racional en la páginas de mi computadora.
Esa experiementación y volada de ideas, da originalidad a los trabajos. Este camino fue caminado religiosamente por los feligreses del dadaísmo y del surrealismo varias décadas atrás. Este es el camino de la frescura y el ingenio.
Sin embargo si tuviera que decidirme por alguna de estas dos direcciones en específico, tendría que hacerlo de acuerdo al proyecto o a la escena en desarrollo. Lo ideal creo que es una combinación de ambas direcciones, es decir: una dialéctica constante entre ambos polos. Si uno escribe un texto meramente «imaginativo» sin ningún pie en la realidad, el lector no tendrá ningún punto de referencia para entenderlo, pero si uno escribe siendo esclavo de hechos secos y sin emoción, uno corre también el riesgo de dar demasiada familiaridad al lector hasta el punto del aburrimiento, en el que ya nada resulta interesante o novedoso.