16.08.2021
Finalmente he terminado el primer borrador del tratamiento de toda la película. Yo juraba que no me iba a tomar tanto tiempo, pero creo que han sido casi dos semanas o más, solo esculpiendo la estructura de la historia.
Uno de los mayores retos que he tenido, es explicar el mundo sci-fi de mi historia de una manera simple y didáctica. Al inicio fue todo un enredo, pues cuando uno crea un mundo se multiplican las libertades artísticas, al mismo tiempo que las responsabilidades respecto a las reglas de este mundo. Imagínense crear un mundo similar al de Tolkien en el Señor de Los Anillos o al de George Martin en Juego de Tronos. Uno tiene que saber todo al detalle, para sacar tales mundos de la imaginación al papel. Gracias a Dios que yo no he tenido que crear mundos tan fantásticos, porque sino no habría terminado el tratamiento, sino hasta en cinco meses.
¡Ah! Me olvide mencionar que en vez de seguir escribiendo el guion, decidí redactar un tratamiento, ergo toda la historia de la película en prosa. Lo hice porque ya he tenido una vez la mala experiencia de escribir tres guiones de largometraje, para quedarme a la mitad y decir «¿Y qué sigue?». Si uno no tiene bien estructurada su historia, corre el riesgo de tener que reescribirlo todo si comete un error y yo no tengo el tiempo ni las ganas de hacer eso.
Jim Uhls (el guionista que adaptó la famosa novela El Club de la Pelea de Chuck Palahniuk) y Stephen King son del tipo de escritores que no saben que va a suceder al final y que simplemente escriben respondiendo constantemente a la pregunta «¿Y qué pasará después?». De ninguna forma creo que estoy al nivel de ellos, pero solo quiero decir que a pesar de que ese método deba dar mucha espontaneidad a sus trabajos, por otro lado siempre existe el riesgo latente de que «la caguen» en la mayor parte del material. Al menos esa es mi sospecha. Creo que para Stephen King eso no es problema alguno, pues él puede redactar seis o siete páginas ¡POR DÍA! Este pata es excesivamente prolífico y escribe a gran velocidad. Yo no podría escribir siete páginas al día para luego corregirlas cuando ya tuviera 300 páginas del borrador de un libro a disposición.
En mi opinión, lo mejor es estructurar la historia incluso antes de escribirla para no cometer errores garrafales que signifiquen aún más tiempo invertido en el proceso de pulido del guion completo. Eso significa pasarle la estructura -ergo el tratamiento- a personas en que confío y que sean amantes del género en el que escribí. Así me puedo dar cuenta si hay incoherencias ilógicas o si no se entiende la historia. También así puedo notar si el material es un bodrio, pues a veces la visión de uno está nublada por su embriagante subjetividad.
En este caso sospecho, o al menos espero, que la historia que escribí sea decente. Quizá en el peor de los casos, ¿mediocre? También existe la posibilidad que sea un relato cojonudo, pero sin la variable obejtividad de distintos sujetos lectores, uno nunca sabe.