El Retorno a la Carne: dEl Conjuro al Futuro

¿Qué tan peligroso es ser poseído por una entidad maligna del otro mundo? Esa es una pregunta cuya respuesta ha sido pocas veces satisfactoria para mi, pues las únicas películas en este género que han sabido iluminar esta cuestión han sido: El Exorcista (1973 Dir. William Friedkin), Insidious (2010 Dir. James Wan), The Babadook (2014 Dir. Jennifer Kent) y Hereditary (2018 Dir. Ari Aster).

Quizá a esta lista puedo agregar como mención honorable a His House (2020 Dir. Remi Weekes) y las películas de El Aro (las japonesas y estadounidenses).

Sin embargo -como habéis leído- no tengo muchos ejemplos en el subgénero de lo paranormal o fantasmagórico. De todas estas películas las que mejor han captado mi atención y aprecio son aquellas con un twist psicológico como las de Ari Aster, Jennifer Kent y Remi Weekes; pues para ser sincero, no me asustan los fantasmas y es necesario el factor de las enfermedades mentales como el verdadero monstruo de la historia para si quiera causarme un ligero susto. De otra forma, ¿qué daño me puede hacer un ser étereo?

Desde mediados de los 90 hasta el día de hoy, el subgénero de cine de terror paranormal ha reinado en las pantallas de los cines y las computadoras. El pasado carnal y sangriento que nos dejó sus profetas como Jason Voorhees, Chucky y Michael Myers -entre otros- ha intentado ser revivido con la extensa cantidad de remakes de estos últimos años, pero -en mi opinión- esto no ha sido nada más que un ejercicio fútil, sino relegado a un pequeño nicho de fans entre los cuales yo me encuentro.

Desde hace unas semanas he teorizado que el subgénero de terror más popular de una década está íntimamente relacionado a los miedos de esa era. Por ejemplo, el boom de los slashers se dio contemporaneamente a las masacres cometidas por Ted Bundy, Jeffrey Dahmer y David Berkowitz entre otros. Morir bajo el cuchillo de un asesino serial -a pesar de ser estadísticamente muy improbable- era algo relativamente plausible en el imaginario colectivo de los años 70 y 80, debido a que no existía la vigilancia cibernética de hoy y tampoco las muestras de ADN. Hoy en día sería casi imposible que un asesino serial no fuera atrapado después de su primera o segunda víctima por la policía. Es más, nosotros mismos somos nuestra propia policía. Cada paso que damos es cada paso reportado a la NSA, el partido comunista chino o Mark Zuckerberg; dependiendo de la marca de móvil que uno tenga. Todos vivimos en un estado de vigilancia absoluto. Esta es la fantasía de Jeremy Bentham, hecha realidad.

Cerca de ti. Íntimamente ligado a ti. Y en el futuro… dentro de ti.

Por ello, es comprensible que los miedos hayan cambiado con las circunstancias de los tiempos. Si ayer temblabamos ante Freddy Krueger, hoy somos gelatina ante algún fantasma de El Conjuro.

Con estos cambios, los efectos prácticos de antaño -como la sangre de sirope con colorantes, la piel de latex y la parafernalia de los marionetistas- han sido dejados lentamente de lado.

A pesar de todo esto, yo sospecho que la carnalidad de los efectos prácticos volverán eventualmente. Hoy vivimos en una era en que nos es difícil salir a la calle sin un celular a la mano y ciertos científicos auguran que en el futuro, estas computadoras formarán parte de nuestros cuerpos. En otras palabras, los microprocesadores de nuestras pequeñas computadoras portátiles serán implantadas en nuestros cerebros. La distancia entre nosotros y la tecnología se volverá tan ínfima, que desaparecerá.

La película Videodrome (1983 Dir. David Cronenberg) predijo en los 80s mucho de lo que vivimos hoy. Si en el la película de Cronenberg, Max Renn usa cintas de videocassette como recordatorios de su día a día, hoy usamos calendarios virtuales que nos avisan los eventos del futuro desde nuestras pequeñas pantallas. Lo mismo sucede con nuestra obsesión de vivir dentro del mundo de instagram, así como en Videodrome el Dr. Brian O’Blivion lo hace en cintas de video.

Poco a poco, los cables de nuestros aparatos se deslizarán dentro de nuestros cuerpos como plantas trepadoras hasta penetrar nuestrar carnes y -por último- nuestras conciencias.

Si ya hemos tenido una era de cine de terror fantasmagórico como analogía de un mundo paralelo al nuestro como el internet, yo sospecho que en el futuro el cine de terror plasmará en las pantallas nuestra lenta metamorfósis en un monstruo que no solo es de carne y hueso, pero también de metal y plástico. Ese es nuestro destino.

 

Radwulf

31.10.2021

Autor: Radwulf93

My name is Raúl Valero and I was born just next to the great Titicaca lake in the peruvian side of the border. Since I was fifteen years old I have shown interest for movies and in my early twenties for languages in general. I'm deeply in love with cinema and european languages alike. "Kinolingua" stands for "Kino", that is "cinema" or "movement"; and "lingua", for "tongue" and "language". I was thinking about writing a long biography, but I guess it would be just an egocentric literary jerk-off. If you have any questions about me, feel free to write me an e-mail to "[email protected]" . I hope you enjoy my blog. Sincerely, R.