Después de la Segunda Guerra Mundial se aplicó una política de desnazificación en Alemania, con el objetivo de democratizar, desmilitarizar, y eliminar al NSDAP (Partido Nacional Socialista de Alemania) y a todas las organizaciones anexas.
A pesar de ello, hubieron muchos Nazis que simplemente se cambiaron de camiseta y siguieron desempeñándose en las profesiones que ejercían antes de la guerra. Estamos hablando de todo tipo de funcionarios públicos: administradores, contadores, policías, jueces, etc. En términos generales, Alemania estaba gobernada por varios ex-nazis, a los cuales los aliados habían hecho la vista gorda.
Sin embargo, los hijos de ellos. Aquellos que tenían que cargar con la culpa de las imágenes atroces de Auschwitz, Dachau y Buchenwald; no iban a tener la misma tolerancia.
Hubo un tiempo en que ser de izquierda era estar a la moda. Eran los años 60 y las juventudes estaban más que involucradas con los movimientos sociales y políticos de sus respectivos países. Alemania no fue la excepción en eso.
Aunque las manifestaciones estudiantiles en su mayoría eran pacíficas, hubo un evento que cambiaría la historia y sumiría a un país entero al tristemente conocido «otoño alemán».
El 2 de Junio de 1967, durante la visita del Sha de Irán en Berlín, varios jóvenes se manifestaron en contra de su presencia.
Para este momento tenemos que entender que la policía berlinesa había sido entrenada para servir como tropa de reserva para los aliados en caso de un conflicto con los países del Pacto de Varsovia. No solo eso, pero el 50 % de los agentes tenían un pasado en la Wehrmacht de Hitler.
Como se pueden imaginar, la combinación de 1. Estudiantes enojados, 2. Partidarios fastidiados del Sha, y 3. Una policía con un fuerte pasado nazi; era la peor receta para una tragedia.
Y así fue.
Benno Ohnesorg de 26 años murió de un disparo en la nuca, provocado por un policía llamado Karl-Heinz Kurras.
Hasta el día de hoy no se sabe con seguridad porqué Kurras procedió a matar a este joven padre de familia y estudiante de literatura románica y germánica.
Puede haber sido por la afición de Kurras a las armas.
Puede haber sido también porque era un agente encubierto de la República Democrática Alemana que quería desestabilizar el país (aunque no hay pruebas fehacientes al respecto).
Puede ser también que simplemente tuvo un arranque de locura espontánea.
No se saben las causas concretas, lo que sí se sabe son las consecuencias.
Gudrun Ensslin era hija de un pastor evangélico, que una vez fue disidente en contra del gobierno de Hitler. Ella estaba casada con Bernard Vesper, un editor de izquierda, y vivía una vida relativamente tranquila. Después de la muerte de Ohnesorg, ella decidió pasar a la acción. Por un lado ella ya era activista y por otro su padre habías sido un disidente fallido. En otras palabras, fue un encargo indirecto de su padre levantarse contra un régimen que al parecer iba a volver a sus orígenes nazis de la pre-guerra.
Andreas Baader, era un guapo delincuente juvenil con una afición por los autos deportivos. Él era por así decirlo un outsider en el grupo de intelectuales. Un guapo fortachón, que más que una persona a la que le gustara los debates, él era un hombre de acción.
Gudrun encontró en Andreas las manos para su tarea revolucionaria y él encontró en ella la corriente ideológica que seguir.
Ellos fueron las dos cabezas fundacionales de la organización terrorista que sacudiría a la sociedad alemana durante tres décadas: la RAF o Fracción del Ejército Rojo (Rot Armee Fraktion).
Continuará en la segunda parte
