«Solo están haciendo su trabajo» – esa es la frase más conocida entre los cínicos y los mediocres.
Ese es el motto de los que usan rodillera y se perfuman la boca antes de tragar una buena libra de carne.
La policía peruana ha aprendido a abrir las nalgas al Ministerio del Interior y a violar por el culo a toda una generación de personas indignadas con la hediondez de nuestro sistema actual.
Ayer he sido testigo de como los cerdos pervirtieron una marcha pacífica en un caos total de personas corriendo en lágrimas, otros ahogándose, y muchos mojando sus pañuelos con vinagre.
Yo ya había sentido alguna vez el olor de una bomba lacrimógena. Por irónico que suene, huele igual que el vinagre que se usa para contrarrestar sus efectos. Ese es el olor de la batalla urbana: una mezcla de vinagre, sudor, y lágrimas.
Me uní con unos amigos a la marcha. Se suponía que ayer debería de haber sido una secuela menor de la movilización del 24 y 25.
Es más, ni siquiera nos dirigimos a la casa de Pizarro, sino directo al corazón de Miraflores. Nada debería de haber pasado esa noche.
Sin embargo los cerdos opinaron distinto.
Por ambos lados de la marcha balearon bombas, sin importarles un carajo los civiles que transitaban tranquilamente por las calles.
Vi correr a una señora con sus dos hijas de 8 años.
Vi a una muchedumbre huir asfixiada.
Vi a los agentes de la paz disfrutar de la guerra.
Vi a cobardes hijos de la gran puta saboreando el caos.
Vi a criminales vestidos de verde.
Vi a los cerdos.
Van a suceder cambios. El gobierno está jugando con el enojo de su población, así como un grifero con una caja de fósforos.
En cualquier momento va a explotar.
Ya hubo un «daño colateral», el de una pobre niña que fue aplastada por los manifestantes cuando la policía tuvo la genial idea de disparar bombas lacrimógenas y así causar la desesperación entre todos.
Solo falta que aquellos idiotas cometan el error de matar a uno de los manifestantes.
Con que solo muera uno,
ya sea por asfixia o por una bala perdida, solo uno…
… y en ese momento florecerán los grupos armados.
Sucedió en Alemania de los 60s con el asesinato de Benno Ohnesorg y el surgimiento de la RAF y sucederá en Perú del 2018 con quien sabe Dios que «exceso policial».
El estado neo-liberal actual, pútrido e imbécil, tiene sus meses de vida contados si no hace algo para calmar a su población.
Hay cosas que mucha gente de la capital no ve o no quiere ver. Pero más allá de Miraflores, más allá de Surco o San Isidro el agua está hirviendo.
El tiempo en que la olla a presión explote se acerca cada vez más.
Cada vez más.
Escrito por Raúl «Radwulf» Valero Chávez
29/12/2017