Hoy en el año 2018 nos encontramos en la carretera de alta velocidad hacia un futuro del cual solo habrían soñado los autores de ciencia ficción más imaginativos que jamás hayan existido.
Los cambios son tan veloces que el día de ayer teníamos que escribir a mano las cartas y enviarlas a través del correo y hoy lo hacemos desde la comodidad de casa y sentados frente a una avanzada calculadora multi-funcional.
Sin embargo, a pesar de tales cambios tecnológicos tan radicales de los últimos treinta años: ¿Realmente hemos cambiado como personas?
Esta pregunta es hábil- y artísticamente respondida por la aclamada serie británica Black Mirror (en español se traduciría a Espejo Oscuro).
La serie nos muestra a la tecnología como un espejo o pantalla que refleja nuestras virtudes humanas como la honestidad, la esperanza, o la solidaridad; pero también nuestros peores vicios y defectos como, normalmente sucede en la mayor parte de los episodios: la intolerancia, la maldad, el egoísmo, y la pura crueldad.
Hoy vivimos en el mundo de las redes sociales, de los drones, los videojuegos realistas, y la vigilancia cibernética. A pesar de ello, como en una sórdida película cyberpunk, como seres humanos no hemos cambiado mucho, pues en el Internet existe el cyberbullying, la pornografía infantil, las ejecuciones en vivo y todo tipo de atrocidades al gusto y paladar de cada usuario.
Black Mirror toca temas muy actuales y de suma relevancia para cualquier millenial de nuestros tiempos.
Además de eso el creador y escritor de la serie Charlie Brooker hace un trabajo magnífico con cada capítulo. Ninguna de les vueltas de tuerca son anticipadas y la tensión y sorpresa que se genera superan a muchos thrillers alguna vez filmados por el mismísimo Hitchcock.
por Radwulf
25/06/2018