Stalin ha muerto. ¿Qué hacer?
Imagínate vivir en un partido político donde uno de tus compañeros de trabajo ha mandado a matar a tu madre y en la siguiente reunión-a pesar de que todos saben del crímen de tu colega- tienes que sonreírle y dar la impresión a todo el grupo de que estás de acuerdo con esta decisión, pues si tu madre ha sido acusada de traidora, entonces esa es la verdad. No solo eso, pero este colega ya está pensando en mandarte al otro mundo y para defenderte tienes que convencer a los otros miembros del partido de acusar colectivamente a este bastardo de ser espía de la CIA, para así cepillartelo con la ayuda del ejército.
Todos están a un paso de terminar con tu vida y tú también estás a un paso de clavar el cuchillo en diferentes espaldas. Esta es la realidad de la cuarta película del realizador escocés Armando Ianucci, donde la burocracia deja de ser algo soporífero, soso y aburrido; y pasa a ser una hilarante comedia negra.
A comparación de otras películas occidentales donde los actores de habla inglesa hacen uso de un horripilantemente forzado acento ruso, aquí como expectador vas a escuchar desde el acento rustico de Yorkshire de Jason Isaacs hasta el acento callejero de Brooklyn del dínamico Steve Buscemi. Por paradójico que suene, al establecer los diferentes acentos anglosajónes al inicio de la película, la inmersión en la historia es inmediata.
En ninguna escena hay algún paso en falso en el aspecto actoral, por el contrario, cada actor lleva equitativamente el peso del drama sobre sus hombros.
La muerte de Stalin es definitivamente la mejor comedia negra que he visto hasta ahora. Funciona tan bien que yo la tengoposicionada en el mismo baluarte donde reposan Los Físicos y La visita de la vieja dama de Dürrenmatt. Este filme ha sido hecho para aquellos que quieren morirse de risa, algo que paradójicamente le acontece al mismo Stalin en esta película.
05.10.2021
Radwulf