En estos días para evitar una lapidación verbal por parte de cualquier apasionada/o de su respectiva ideología, voy a hacer una buena auto-justificación de prólogo.
- Estoy a favor de la liberalización sexual, ergo estoy totalmente en contra de calificar de «puta» a una mujer solo por el hecho de acostarse con varios hombres. De ser así creo que sería equitativo que entre hombres nos llamásemos también «putos» de acuerdo a nuestra promiscuidad sexual.
- El tiempo de cuidado de los niños debería ser compartido equitativamente entre padre y madre. Quedarte en casa y cuidar a los niños no te hace «menos hombre».
- No creo en la extendida cojudez de «cuidar» a tu hermana o hija en el estricto sentido machista de someter a las mujeres a un tipo de virginidad pre-matrimonial para «salvaguardar su honor».
Podría extender la lista pero creo que sería reiterativo. Par concluir y cerrar el punto de una vez por todas, en los términos más ordinarios, simples, y agresivos posibles; para mi tiene mucho más valor la palabra dura y directa de una «puta» que la letra insulsa y falsa de una «mojigata».
Ahora que he dejado claro mi posición pasaré al plat de résistance del presente artículo.
La opresión de las mujeres durante el patriarcado occidental no ha sido siempre un caso en blanco y negro.
A lo largo de varios siglos la mujer ha gozado de varios privilegios inherentes a la naturaleza de su sexo.
Si hablamos desde un punto de vista puramente biológico, las hembras siempre han tenido el beneficio de la selección. No es novedad que desde los arácnidos hasta los mamíferos, los machos siempre tengan que pelearse entre ellos, bailar, cantar, y lucir distintos colores para ser elegidos por las reinas del sexo opuesto.
Este fenómeno no se reserva únicamente a los pavo reales, a los cangrejos y a otros animales; si no también a los humanos. Comúnmente, ¿quien tiene que iniciar la conversación? ¿quién tiene que ser atento, divertido, y ágil en la palabra?
Los hombres en general tienen que «postular» repetidas veces mientras que las mujeres tienen solo que «denegar» o «admitir» de acuerdo a lo que les plazca. ¿Injusto? Mmm… no. Desde un punto de vista meramente práctico, la mujer tiene mucho que perder si toma una mala elección. Por ejemplo: quedar embarazada de un irresponsable que no se haga cargo del bebé y dar un doloroso parto, que en la antigüedad podía significar la muerte.
Un hombre por el contrario no pierde nada significativo.
Hoy gracias a la existencia de sociedades más equitativas y del mejoramiento de la salud, es posible no solo no quedar embarazada pero en el caso de dar a luz, no morir en el intento.
A pesar de que los anticonceptivos han creado una nueva equidad, todavía la mujer goza de la superioridad de selección. Pues ellas pueden fácilmente tener sexo con solo cuidar su aspecto exterior, mientras que lo hombres tienen que esforzarse en varias áreas si quiera para tener la atención de ellas.
En segundo lugar, las mujeres generalmente nunca han tenido que ir a la guerra. Me alegro que ésto esté cambiando pues en varios países del mundo las mujeres están ocupando diversos rangos en las fuerzas armadas. Sin embargo, a lo largo de la historia, ella siempre han sido las sobrevivientes. ¿Quienes creen que reconstruyeron Berlín después de la segunda guerra mundial?
Ante cualquier emergencia, ¿quienes son las que son rescatadas primero junto a los niños?
Todo lo que digo no implica que esté en contra de movimientos igualitarios, pero sí estoy en contra de ignorar los beneficios inherentes a ser mujer y creer que todo ha sido opresión.
Creo que sería adecuado que veamos los grises.
Raúl «Radwulf» A. Valero Chávez
27/03/2018
De acuerdo; pero aveces se le presta más atención a las mujeres debido a que generalmente no tenemos la fortaleza física que posee el varón.