Es la típica pregunta que todos hemos tenido alguna vez. ¿Qué demonios con el acento de Katherine Hepburn, con el de Rita Hayworth, o con el de Charlton Heston?
Es como si a partir de los 60s el acento estadounidense hubiese cambiado radicalmente de la nada. ¿Qué pasó?
La respuesta es muy simple: el acento de los estadounidenses era el mismo desde siempre.
¿Entonces? ¿Por qué en las películas tenían un acento similar al británico de Londres?
La respuesta: el acento transatlántico.
En el tiempo que el imperio británico seguía todavía a duras penas en pie, contemporáneamente al estadounidense, los productores de cine de Hollywood necesitaban un acento que fuese entendido y aceptado no solo en Estados Unidos de América pero también al otro lado del atlántico en Gran Bretaña, y en otros lugares como en Australia, Nueva Zelanda o en Sudáfrica.
Por tal razón, los actores estaban obligados a aprender y a dominar este acento artificial que combinaba los sonidos de ambos acentos, del británico y del estadounidense.
A medida que pasó el tiempo, aparecieron actores como John Wayne que quisieron usar su acento nativo en la pantalla grande y además después de la Segunda Guerra Mundial, Gran Bretaña perdió su liderazgo como potencia mundial.
Así desapareció por completo un acento creado exclusivamente para el cine. Un acento completamente artificial y diseñado por lingüistas. Creo que sabiendo que algo como un acento puede ser puramente subjetivo, es algo absurdo argumentar que uno está obligado moralmente a conservar su acento de nacimiento.
Incluso el acento que hablamos fue manipulado por miles de generaciones de personas que una vez lo hablaron.