Eduard Bloch fue un médico que gracias a su gran corazón, brindó atención, a bajo o sin costo, a varias personas en la pobreza. Es así el caso del trato magnánimo que le dio a una señora de bajos recursos con cáncer de mama. Lamentablemente sus conocimientos en medicina no le fueron suficientes para detener el avanzado estado de la enfermedad, que llevó a la muerte a esta señora.
A pesar de ello, el hijo de la fenecida le redactó una carta mostrándole su profundo agradecimiento por su admirable solidaridad, pues en todos los años del tratamiento, Bloch , como siempre, hizo extensas rebajas a su salario y en incontables ocasiones trabajó ad honorem.
Sin embargo, a finales de los años treinta, la sombra del nazismo cubrió a Europa y, en vista del cruel futuro que se avecinaba a los judíos, Bloch le escribió una carta al hijo de su antigua paciente, pues se enteró que él había llegado al tope del partido nazi, y le rogó que lo ayudara. Debido a la relación entre ellos, este alto funcionario movió las cuerdas en el gobierno para que la Gestapo le diera un trato especial y evitó que fuera deportado a algún campo de exterminio.
Si hasta este momento ya diste con el nombre del líder nazi que abogó por su vida y que incluso lo llamó un «noble judío», mis felicitaciones.
Estamos hablando del mismísimo Adolf Hitler.
Ahora es razonable que uno ponga en duda el antisemitismo del mismísmo antisemita par excellence. ¿Quien no lo haría, sobretodo después de leer semejante historia?
¿Fue el Führer un antisemita o no?
Marcar la opción correcta:
a) Sí
b) No
Sé que hay muchas personas de diferentes religiones, ya sean cristianas, musulmanas o judías, que no tienen otra opción en sus vidas que recurrir a una visión puramente maniqueísta de la realidad humana. Es que es simple decir él fue «bueno» y él fue el «malo». No por nada, la mayoría de películas infantiles son muy poco complejas en cuanto a la moral de sus héroes y villanos.
Sin embargo, a veces la realidad nos sorprende con sus indefinibles grisáceos que nos hacen quebrarnos la cabeza innumerables veces.
Un ejemplo de eso, es la que yo llamo el racismo multi-kulti. Quizá les suene conocido, la existencia de empresas e instituciones públicas que integran en sus filas a personas de otras culturas o colores de piel, para decir a gritos lo abiertas y progres que son. ¿Les suena conocido? ¿Qué me dicen entonces de una organización racista que incluya a personas de razas inferiores como operarios en su maquinaria destructiva, por razones no tan diferentes?
¿Absurdo? Sí. ¿Posible? También.
Hay dos obras del cine y la televisión que me demostraron que es ser posible ser racista y al mismo tiempo ser abiertamente multi-kulti, integrando a personas de otras culturas en tu círculo social, incluso de manera cálida y fraternal.
- 1) Los Sopranos
Tony Soprano es uno de los más distinguidos baluartes de la hipocresía que la cultura pop nos ha podido dar: es celoso, pero tiene varias amantes; se queja de la mala imagen que se tiene de los italo-americanos, pero es el líder de una organización criminal; le exige buen comportamiento a su hijo en el colegio, cuando él era un delincuente juvenil a esa edad; etc. Pero lo más sorprendente es cuando amenaza a un pretendiente afro-americano de su hija, bajo la excusa de que «se debe mantener en su grupo y no mezclarse con el MÍO».
Sin embargo, uno de sus mejores amigos y socios, no es nada más ni nada menos, que un activista afro-americano, con el cual tiene una amistad desde la infancia. Algo que incluso a su hija, la saca de sus casillas.
- 2) Pandillas de Nueva York
William «El Carnicero» Cutting es el pandillero más brutal de todo Nueva York y líder de la banda de «los nativos», un grupo de anglo-sajones protestantes. Él además de violento es racista y detesta a las hordas de «irlandeses», que progresivamente invaden su país, a los cuales les da sangrientas palizas.
A pesar de eso, él no tiene problema alguno en tenerlos como sus matones más cercanos y además toma como protegido a un joven irlandés al que considera su hijo.
Yo sospecho que el racismo de ciertas personas es más complejo de lo normal. Creo que no es pura hipocresía y en los términos más simples lo definiría como «sentimientos encontrados».
Respecto a la historia sobre el doctor Eduard Bloch, creo que me atrevería a decir que el racismo de Hitler no es comparable con el del típico idiota neo-nazi que encontrarías en algún lugar marginal de Alemania.
Es más complejo y por ello, más peligroso.
Creo que no es suficiente hacer amistad con un negro, un asiático, o un blanco; para que después darte cuenta que «todos somos iguales» dejes de ser un racista, pues el antisemitismo de Hitler nos demuestra de la manera más eficiente, que a sabiendas de que «todos somos iguales a pesar de nuestra raza o credo» igual se puede ser racista.
Este es un racismo inteligente y paradójicamente abierto a la inclusión de otras culturas en la perpetuación de la discriminación racial. Este es un fenómeno que no hace más que abrir nuevas interrogantes.
No tengo todavía respuesta concreta al respecto.
Radwulf
14/07/2019