Si eres el director de una eclatante película de acción hollywoodense con pesos pesados como Jon Voight y con el guion del mismísimo Kurosawa, cabe uno preguntarse ¿cómo demonios caíste ahí? Konchalovsky es un animal interesante de analizar debido a su prolífica filmografía y al hecho que aún a sus 84 años sigue dirigiendo películas.
Cuando se habla del cine ruso, los primeros nombres mencionados en una conversación casual de cinéfilos son los de Eisenstein, Tarkovsky y -en menor medida- Vertov. Pero si se trata de una clase de cine, donde se explora a mayor profundidad los iconos del cine ruso, solo ahí sale el nombre de Konchalovsky.
Actualmente logré dar con una de las últimas películas que hizo en la Unión Sovietica, que forma parte de una trilogía acerca de la historia de Rusia desde finales de la época zarista hasta mediados de los 60s.
La historia de la primera parte se desenvuelve en un pueblito perdido en los frígidos parajes de Siberia, donde un niño llamado «Kolya» da asilo a un disidente comunista -perseguido por las autoridades- del que se hace muy amigo. Mas tarde en la película este es atrapado por el ejército blanco, pero antes de ser llevado a prisión (o a su ejecución), él le augura al niño que un día la revolución sucederá.
Paralelamente se nos cuenta una historia romántica y de rebeldía. El padre de Kolya es un leñador que trabaja arduamente día a día mientras que su hijo ahora en sus 20 años, toma interminables pausas sentado en las astas de los arboles para evitar cualquier labor física. Él ha iniciado una relación romántica con una chica que lo antagonizó constantemente en su niñez. Sin embargo, después de una pelea entre ambos, ella decide casarse con un campesino solo para ocasionarle celos. Kolya hace todo lo posible para que Nastya vuelva con él, pero termina recibiendo una paliza del campesino y su familia, para luego ser expulsado del pueblo. Nastya -a pesar de la riña que tuvieron- decide abandonar a su futuro esposo y acompaña a su Kolya en una nueva aventura.
La película no emplea ninguna narración en VO ni tampoco presenta los eventos con una correcta introducción. De hecho empieza in media res es decir cuando la historia ya ha tomado lugar. Por ejemplo, nunca teemos una escena cuando Rodion (el fugitivo) llega al pueblo. Simplemente ya está en la historia y es a través de los dialogos de Kolya con él que aprendemos ciertas cosas de su pasado.
Respecto al personaje de Rodion, este tiene quizá la mejor exposición de todos los personajes. En vez de ahondar en dialogos, lo que Konchalovsky y Yezhov (ambos escritores de Siberiade) hacen es establecer un pequeño conflicto al inició de la película que solo tendrá efecto en el arco del personaje de Rodion.
Este fugitivo tiene fama entre las autoridades zaristas de ser un MacGyver de los explosivos, cosa que se demuestra en el primer acto cuando Rodion tiene que recuperar las pieles de un comerciante y lo hace, amenazando a sus adversarios con la posible detonación de una bomba que esconde en su saco.
La película establece las personalidades de los personajes de una manera muy naturalista. Por ejemplo, la relación entre Kolya y Nastya es la de ladrones y policías cuando aún son niños al inicio de la historia debido a los constantes conflictos que tienen, como cuando un día Nastya descubre a Kolya intentando robar víveres de su granero, ella le da una paliza y lo castiga forzándolo a correr desnudo alrededor de la fuente en medio del pueblo, para después deshacerse de las ropas de este chico mientras se mata de risa.
Esta dinámica entre ambos se repite una vez más ya en su adultez cuando Nastya lo engaña haciéndole creer que ella se casará con otro hombre.
Desde un aspecto visual, esta película ofrece un color de imagen propio de películas de inicios de los 70s (al menos en la versión que vi) pero con música de sintetizadores que se volverían la regla en los 80s lo cual la hace una pieza interesante de análisis.
Muchos mitos del folklore ruso flotan en el aire de toda la historia, pues aunque no son explorados a profundidad, forman parte del marco de la narración, como cuando el leñador menciona que las ninfas lloran cuando él tala en el bosque y cuando un oso se va a hibernar a la casa de Kolya y su padre.
Esta saga se ve muy prometedora y la he empezado a ver debido a que años después en los 80s, Konchalovsky rodaría la mejor película de acción alguna vez hecha (¿debatible?) con CANNON FILMS, una productora famosa por sus películas de serie-B. Por ello, esta fase previa de su filmografía estadounidense ha despertado mi atención y me voy a dedicar a ahondar en ella en estos días.
La próxima semana viene Siberiade – Parte 2.
Radwulf
26.09.2021