Y la escoria desembarcó en el puerto de Nueva York: los apestosos campesinos latinos, los analfabetos, los rudos, las mulas humanas. ¿Había algún peruano ahí? No. ¿Algún salvadoreño? Tampoco. ¿Algún Guatemalteco? No… ¿qué es eso? Bueno, ¿seguro que algún veneco? Nada que ver.
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