Yo creo en los fantasmas. No en aquellos de las películas de terror, ni en aquellos hechos de sábanas blancas. Yo creo en las pesadillas trascendentales. Yo creo en el déjà vu de la ideología. Hay una persona que muy probablemente jamás conocí físicamente. Jamás. Pero la ideología que tejió -junto al fundador de la organización religiosa que fundó mi colegio- tuvo una presencia inmanente en la educación impartida por mi alma máter. De acuerdo a las personas que lo conocieron fue una persona de indudable espiritualidad, que incluso estuvo a punto de ser beatificada. Pero también fue un abusador sexual. Su nombre fue Germán Doig Klinge.
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