Si los idiomas fueran personas, cada uno tendría una que otra excentricidad: uno tendría el cabello pintado de azul, el otro se sobaría frenéticamente la nariz y quizá otro tendría un peinado lamida de vaca. Imaginaos las rarezas más desquiciadas posibles y asignadselas a los idiomas; y muy probablemente acertaréis en todos los casos. Y peor aún, piensen en sus sistemas numéricos. Seguro que todos son los mismos, ¿no? Falso.
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